Hoy, 14 de enero, se cumplen 56 años de la muerte de uno de los grandes actores de la historia del cine, Humphrey Bogart. Nacido en Nueva York el día de Navidad del año 1899, Humphrey fue un galán del cine un tanto peculiar, muy distinto del prototipo que Hollywood solía ofrecer de un conquistador, al que todos recordamos con su eterno cigarrillo en la mano.
Su padre era cirujano y su madre actriz. Él empezó a estudiar la carrera de Medicina, pero fue expulsado debido a su carácter rebelde. Seguidamente, se alistó en la Marina para combatir en la Primera Guerra Mundial. Terminada la contienda, quiso dedicarse a los negocios y se introdujo en Wall Street. Por suerte para el cine y para todos nosotros, enseguida se dió cuenta de que los negocios no eran lo suyo, y que no encajaba en el lugar en el que estaba, decidiendo ser actor. Tenía 19 años.
Enseguida consiguió pequeños papeles, hasta que llegó su gran oportunidad, cuando el director Arthur Hopkins le ofreció protagonizar “El bosque petrificado” haciendo de gángster. Fue todo un éxito, y, más tarde, el actor siempre bromeaba al respecto, diciendo: “Fue Arthur Hopkins quien descubrió al criminal que hay en mí”.
Su papel en la mencionada película le abrió las puertas del cine de par en par, y su carrera se consolidó con largometrajes como “Casablanca”, “La senda tenebrosa”, “El tesoro de Sierra Madre”, “Cayo Largo” o “La reina de África”, entre otras.
Quizás a raíz de su primera gran interpretación, se le encasilló en el rol de duro, en el papel de anti-héroe que despertaba la simpatía del espectador, a veces de malo-bueno, un personaje en realidad trágico cuyo rostro nos hablaba de un destino fatal.
Aunque se casó 4 veces, es recordado siempre junto a Lauren Bacall, su última esposa, con quien formó una de las parejas más carismáticas y famosas de la época, absolutos representantes del cine negro.