La exfoliación es un término que se utiliza para denominar a un procedimiento de cosmética, el cual consiste en el rejuvenecimiento facial por medio de la eliminación de las células muertas de la piel. Seguramente ésta definición ya es conocida, pero… ¿cada cuanto realizar una exfoliación? ¿Con qué productos? ¿De que manera? A no desesperar, toda esa información y muchos consejos más se presentan a continuación. La exfoliación, si bien es conveniente realizarla con productos determinados para esa función, se da continuamente en la vida cotidiana. Cuando se lava la cara, se pasa una toalla por la misma, o cuando una se pone alguna prenda que pasa por la cabeza, se está exfoliando levemente la piel.
Para obtener óptimos resultados es necesario contar con productos de calidad para el proceso exfoliante, los cuales pueden conseguirse en diversas presentaciones y fórmulas de acuerdo a las necesidades de cada tipo de piel.
Los exfoliantes más económicos suelen contener partículas exfoliantes de menor calidad, como nueces o almendras, que al ser elementos puntiagudos (microscópicamente hablando), laceran la piel y dejan los poros abiertos para el ingreso de agentes o agresiones externas, como las bacterias. Por eso es recomendado utilizar los mejores productos del mercado, que son aquellos que contienen ingredientes alfa o beta hidroxi-ácidos, óxido de aluminio, granos de polietileno, salvado de arroz o rosa mosqueta.
No se recomienda la utilización de esponjas para la aplicación del exfoliado, ya que al mantenerse húmedas y con piel muerta introducida en ellas, son una inminente fuente de proliferación de bacterias. Es mejor utilizar cepillos de nylon en los que las bacterias no pueden existir.
Si se desea exfoliar directamente con las manos, para hacerlo correctamente se deben aplicar movimientos delicados con los dedos, que vayan en forma circular ascendente desde la zona de la nariz hacia el resto del rostro. Es recomendado utilizar un solo dedo para trabajar las zonas con espinillas, como en el centro del a nariz.
Si se tienen imperfecciones en el rostro, como granos, cicatrices o enrojecimientos, en el momento de la exfoliación se debe tener cuidado de no aplicar los productos sobre éstos.
Si lo que se tiene es una piel grasa se debe prestar especial atención a la frecuencia en la que se aplica el exfoliado, ya que si se realiza con demasiada insistencia se puede lograr un efecto rebote y que la piel genere más grasitud para contrarrestar el sebo perdido en exceso. Es necesario ante todo la moderación y el cuidado en la aplicación para no agredir a la piel.
Se recomienda mantener una frecuencia en la aplicación de una vez al mes, ya que de hecho la piel de nuestro cuerpo se renueva entre los dieciocho y veintiocho días. Por eso es ideal no excederse en la exfoliación, y esperar a que realmente haya nuevas capas de células muertas que remover, sino se puede dañar la capa externa de la piel que sirve para proteger de las agresiones diarias que se reciben.