Son muchas las personas que piensan que para controlar la hipertensión arterial basta con que apartemos de nuestra mesa el salero y siendo esta una buena idea, no suele resultar suficiente en la mayoría de los casos. Descubre algunos consejos para tener «a raya» a tu tensión.
Detalles pequeños para controlar la tensión
Para conseguir controlar de verdad nuestra tensión y evitar en la medida de lo posible tener que recurrir al uso de fármacos que en cualquier caso no están libres de efectos secundarios, podemos poner en práctica algunos sencillos cambios en nuestros hábitos que pueden ayudarnos a bajar la tensión.
Incluso el estado psicológico en el que nos encontremos puede hacer que nuestra presión se «dispare» ya que el sistema simpático nervioso que es se encuentra implicado en nuestras emociones, controla algunas hormonas que regulan nuestra circulación sanguínea.
En cualquier situación de peligro, nuestro sistema nervioso expulsa adrenalina, sustancia que pone en situación de alerta al organismo con lo que aumenta nuestra frecuencia cardíaca y por tanto se eleva la velocidad de nuestra sangre.
Por otra parte se ha podido comprobar que una ligera depresión o tristeza provoca en ocasiones que nuestra tensión suba.
Si salimos a caminar durante unos 30 minutos al día podemos llegar a bajar hasta 9 mmHg nuestra tensión ya que los vasos sanguíneos se ensanchan practicando este sencillo deporte, De igual manera un estudio realizado en Estados Unidos ha revelado la relación existente entre la hipertensión con una falta de vitamina D por lo que tomar el sol durante unos quince minutos al día también repercutirá favorablemente en nuestra tensión.
Es necesario dormir ocho horas diarias ya que descansar mal o poco empeora la hipertensión ya que durante el sueño nuestro corazón se logra relajar con lo que la presión arterial baja.
Evita los lugares fríos y contaminados pues un cambio brusco de temperatura y un ambiente muy ruidoso contribuyen a elevar la tensión igualmente.
Eliminar los kilos que nos sobran
Por cada diez kilos aproximadamente de peso que perdamos que nos sobre, lograremos bajar la sistólica baja entre unos 10 y 20 mmHg. Si seguimos una dieta adecuada este efecto será aún mayor.
Es necesario eliminar las grasas saturadas ya que elevan el colesterol de la sangre, algo que endurece nuestras arterias y empeora nuestra hipertensión. No hay que abusar de los lácteos enteros, de las carnes rojas y de la bollería y de esta manera podemos llegar a bajar la tensión hasta 14 mmHg.
Eliminar la sal “invisible”
Es necesario el consumo de un mínimo de dos gramos de sal al día para mantener las funciones de nuestro organismo en perfectas condiciones, pero si la tomamos en exceso lograremos retener más líquidos algo que produce presión en las arterias.
Si por ejemplo tomamos 10 gramos de sal al día, sería conveniente reducirlo hasta 5 gramos. Para lograrlo se debe evitar añadir sal a cualquier alimento y en su lugar aderezarlos con hierbas. Debemos limitar el consumo de sal oculta que es la que nos aportan alimentos como el pan, los precocinados, las salsas comerciales, los encurtidos, los quesos curados y los embutidos.