Conocer nuestros defectos y nuestras cualidades nos ayudará a ser una mejor persona. Para tolerar las frustraciones y poder disfrutar más de la vida, hay que intentar vivir acorde con nuestra forma de ser y con las circunstancias que nos rodean.
Ninguna persona es perfecta
Todos queremos ser unas personas afortunadas y perfectas y conseguir todo aquello que nos proponemos para disfrutar también de la admiración de quienes nos rodean. Estos deseos son perfectamente legítimos pero no deben convertirse, de ninguna manera, en el eje de nuestra vida. Para lograr ser felices, es mucho mejor aprender a caminar con mucha seguridad por la vida, adaptarnos a los cambios de la mejor manera posible y por supuesto, aceptándonos de una forma incondicional a nosotros mismos.
Según las circunstancias, cualquier ser humano es capaz de tener una serie de comportamientos tanto buenos como malos, por lo que hay que evitar los pensamientos más absolutos. Una baja autoestima o una excesivamente alta, puede llegar a resultar contraproducente. La primera, condena a la persona que la sufre, de una inseguridad nada sana y la segunda, puede predisponer a la frustración por tener un concepto de nosotros mismos exagerado. Por tanto la clave está en tratar de ser lo más objetivo posible y aceptarnos tal y como somos, con todas nuestras cualidades y con todos nuestros defectos.
Siempre encontraremos aspectos de nuestra vida que no podremos cambiar y otros que sí. Aceptar los primeros y transformar los segundos nos ayudarán a estar más en paz con nosotros mismos y ser más felices. También es positivo someternos a una autoevaluación para poder conocernos mejor. Para ello se deben hacer ejercicios de introsprección para averiguar que es los que deseamos, que podemos hacer para conseguirlo y de que métodos disponemos para lograrlo. Así conseguiremos estar preparados para conseguir nuestras metas sin falsas expectativas y sin ningún tipo de temor.
Atrevernos a transformarnos
Es importante no confundir la resignación con la autoaceptación. Ser conscientes de las personas que somos, nos puede ayudar a mejorar aquellos aspectos de nuestro carácter con los que no estamos de acuerdo, mientras que ocultarlos o negarlos hará que permanezcan con nosotros para siempre. Es importante atrevernos a afrontar aquellos aspectos de nuestra propia personalidad que nos desagradan. Por ejemplo, si tenemos un genio fuerte, no se debe culpar a los demás de nuestras discusiones y reconocer este rasgo de nuestro carácter. También es importante ser más indulgentes con nosotros mismos. Debemos considerarnos nuestro propio aliado, no nuestro enemigo. Cuando las cosas no salen como nosotros queremos, no siempre será culpa nuestra. De nada sirve atormentarnos con pensamientos como “tenía que haber hecho esto”. Lo mejor es sacar una positiva lección de nuestros fracasos y aprender de nuestros errores. Si nos hemos equivocado, no hay que desesperarse por ello, ya que la próxima vez responderemos mucho mejor.
Conseguir que todo el mundo que nos rodea nos admire, puede ser una gran satisfacción. Si no lo logramos, no debe convertirse en una frustración ya que esto dificultaría el proceso para conseguir nuestra felicidad. Además, si organizamos nuestra vida con la exclusiva intención de impresionar a los demás, nos impedirá que actuemos de una forma coherente.