El desasosiego, la intranquilidad, la falta de ánimo
Aceptar lo que se siente
Las preocupaciones del día a día pueden llevarnos a vivir diferentes situaciones bastante angustiosas que nos absorberán una gran parte de la energía mental y nos agotarán los recursos que pudiéramos tener destinados a lo que verdaderamente es importante, por lo que es necesario transformar todas esas experiencias negativas en positivas.
Para ello en primer lugar hay que averiguar el origen del problema que nos inquieta. Y es que cuando se atraviesa una etapa de intranquilidad es importante darse permiso para sentir esas emociones tan humanas como puede ser la impotencia, la decepción, la envidia o el miedo. Conocer primeramente y aceptar después el origen de todas esas sensaciones nos permitirán desatar ese nudo interior.
Hay que tomar el control de la mente ya que los pensamientos son los que dirigen todas nuestras emociones. Una vez se tiene claro lo que sucede, hay que buscar el bienestar interior rechazando las ideas negativas y centrando toda nuestra atención en los pensamientos positivos. Una buena idea es proponerse retos futuros aunque sean a corto plazo, como por ejemplo, ir al cine al día siguiente o quedar a comer con la familia o amigos, o incluso retos a más largo plazo, como puede ser apuntarse a ese curso que siempre se ha deseado y que hasta ahora no se había encontrado el momento perfecto.
Hasta que no nos vemos inmersos en una situación límite o incluso hasta que no tocamos fono, no somos conscientes de todas nuestras capacidades, momento en el que comenzamos a utilizar los recursos necesarios para intentar salir airosos de ella.
Una pregunta que debemos hacernos: ¿tiene solución nuestro problema? Porque si no la tiene y no depende de nosotros, lo mejor es no preocuparse y si tiene solución, ¿para qué hacerlo?. Este antiguo proverbio chino es uno de los más sabios. Hagámosle caso.
Hay que aprender a relativizar. Sufrir en balde es una auténtica pérdida de tiempo pero algunas veces se hace de forma inconsciente. Es necesario dar a cada problema solamente la importancia que se merece. Si lo hacemos así, sufriremos mucho menos al ver las cosas de una manera mucho más equilibrada y objetiva.
Enfocar la mente hacia algo placentero
La solución no pasa por huir de esa realidad que podemos estar viviendo, sino en desviar la atención de aquellos pensamientos que nos pueden llegar a obsesionar por otros que nos resulten mucho más placenteros y que nos aporten buenas sensaciones. Esta estrategia resulta muy útil para poder hacer frente a la inquietud y al desasosiego. Puedes conseguirlo viendo una película, escuchando música o leyendo un libro, pero eso sí, disfrutando de cada momento para así poder trasladar todas nuestras inquietudes interiores hacia el exterior.
Y es que como dijo el filósofo romano Cicerón: “una vida feliz consiste simplemente en tener tranquilidad de espíritu”.