Dependiendo de cual sea la forma de tu cara deberás aprender a maquillarte de una o de otra manera para poder sacar el máximo partido a tu rostro.
Descubre cuál es la forma de tu rostro
Para lograr descubrir cual es la forma de tu cara si todavía no lo tienes muy claro, lo primero que tienes que hacer es atar tu cabello en una coleta y colocarte frente al espejo. Coloca unas tiras adhesivas en el nacimiento de tu cabello, es decir, en la zona más alta de la frente, así como por debajo de tus sienes y en la zona del mentón. Con una línea imaginaria une todos estos puntos y a partir de ahí podrás sacar tus propias conclusiones.
Rostro con forma cuadrada
En este caso lo que hay que conseguir es suavizar las esquinas. Para ello sombrea tus maxilares e ilumina los pómulos, la frente y la barbilla. A la hora de aplicarte el blusa, hazlo desde el centro de cada uno de tus pómulos en dirección a las sienes, formando triángulos pequeños.
Rostro con forma de diamante
Si cuentas con una frente estrecha, una barbilla bastante marcada y unos pómulos que te sobresalen, lo primero que debes hacer es suavizar todas y cada una de las aristas de “este diamante” hasta que llegues al óvalo. Sombrea la barbilla, las sienes y los pómulos con un bronceador y agrega algo más de luz con la ayuda de un iluminador en el centro de tu rostro y en la zona de la frente.
Rostro con forma ovalada
En este caso tu rostro contará con un equilibrio natural por lo que solo bastará con potenciar las facciones. La fórmula que necesitas para encontrar el lugar perfecto en el que deberá ir el blush, es sonreír y colocarlo primeramente en el parte más prominente. En este caso sin duda, los ojos y la boca serán tu punto fuerte.
Rostro con forma redonda
Si tienes un rostro redondo, el objetivo principal será evitar que parezca un plato. Para ello ilumina tus ojos por debajo y presta especial atención a la boca para conseguir darla más volumen. Intenta crear un aspecto más ovalado con la ayuda del blush marcando justo por debajo del pómulo un poco de sombra. Hazlo también por encima de los ojos y conseguirás el efecto deseado.
Rostro con forma triangular
Hay que intentar unificar la tez pero sin acentuar en ningún caso el aspecto puntiagudo del mentón y de los pómulos. Si este es tu caso, no necesitarás sombrear demasiado los ojos aunque sí es aconsejable añadir un poco de claridad en la parte superior de tus mejillas con un lápiz iluminador.
Rostro con forma de triángulo invertido
Si tu frente y las sienes son bastante más prominentes que tu mentón, tendrás que intentar suavizar los vértices de este “triángulo”. Para ello comienza sombreando la raíz de tu cabello, la barbilla y las sienes y no te olvides de iluminar el centro de tu cara y tus pómulos.