La sinceridad, sin llegar a pasarse, es una virtud. Y es que existen ocasiones en que la verdad puede llegar a afectar a la persona a quien se dice, mucho más que la mentira. Descubre algunas claves para que puedas saber qué hacer en diferentes situaciones. En el trabajo
Cuando se tiene en mente cambiarse de empresa también aparece la duda sobre si contar la verdad o no. Y es que las normas de dedicación, de integración y de lealtad para la empresa con la que hasta ahora se ha estado trabajando, entre en conflicto con nuestros deseos de mejora o de cambio. Ante estos dilemas es conveniente dejar siempre puertas abiertas y minimizar en lo posible el perjuicio que la marcha pueda ocasionar, avisando por ejemplo con la máxima antelación posible, ayudando a buscar un sustituto o evitando hacer comentarios negativos que puedan llegar a intoxicar el ambiente.
Con la pareja
Uno de los dilemas más frecuentes en una pareja es cuando uno de ellos ha sido infiel. Muchos infieles terminan por reconocer su falta sirviendo a veces para cubrir las necesidades del perdón, aun sabiendo el daño que dicha confesión puede llegar a producir en la persona engañada. Ante un asunto tan delicado, lo mejor que se puede hacer es acudir a los pactos realizados por la pareja. En caso de que no los hubiera, es el momento perfecto para comenzar a negociarlos y reflexionar muy bien sobre lo que una infidelidad puede llegar a suponer a cada uno de los miembros de la pareja. Relatar de una manera literal los acontecimientos por el mero desahogo puede llegar a producir consecuencias serias ya que como todos sabemos, siempre cuesta asumir algunas verdades.
Con la familia
Cuando cualquier miembro de una familia se encuentra bajo tensión, no se debe tratar de simular todo lo contrario ya que el problema que se quiera disfrazar o silenciar acabará imponiéndose con mayor fuerza y provocará más daño. Por ejemplo, en el caso de unos padres que estén atravesando un mal momento económico o emocional y que intentan disimular antes los hijos para que éstos no sufran, éstos llegarán a imaginarse una amenaza mucho más terrible y sufrirán una angustia más grande que la que la verdad podría causarles. Incluso pueden llegar a perder la confianza en sus propios padres o llegar a interiorizar la idea de que es mucho mejor mentir que decir la verdad.
Ante una enfermedad
A la hora de evaluar si se debe decir una verdad a medias o toda la verdad a una persona enferma, los familiares o el médico deben tener en cuenta muchos criterios y factores desde el cuadro de la evolución del enfermo hasta las consecuencias que pudiera tener dicha comunicación dentro de su proceso de curación. Existen personas que están preparadas para poder conocer la gravedad de su enfermedad así como la duración o la calidad de vida que les espera porque pueden llegar a aceptarla y aprovechar esta situación para hacer algunos cambios, pero otras personas, por sus circunstancias o por su edad, no lo están.