Existen dos caminos para afrontar nuestra vida: remar en la dirección que hemos elegido para conseguir los objetivos que nos hayamos marcado o dejarnos arrastrar por el destino.
El secreto está dentro de cada persona
El tiempo va pasando y no somos conscientes de ellos en muchas ocasiones. Vamos dejando pasar minutos, horas y días en los que vamos perdiendo numerosas oportunidades que ya jamás podremos recuperar. Si aprendemos a vivir con intensidad nuestro presente, conseguiremos que el destino empiece a jugar a nuestro favor.
Para todo esto debemos confiar mucho más en nuestras posibilidades para atrevernos a actuar de acuerdo a nuestros pensamientos. Si el destino nos ha convertido en una persona pasiva, debemos enfrentarnos a él y acabar con aquello que nos llega a paralizar. Estas pequeñas revoluciones nos ayudarán a vivir nuestra vida como siempre hemos deseado.
No se debe temer al error y huir del perfeccionismo y es que el miedo a equivocarnos nos llega a impedir avanzar en la vida. En el momento en que nos decidamos a actuar, debemos hacerlo lo mejor que podamos pero sin llegar a obsesionarnos con el resultado. Lo más importante es no rendirse jamás e intentar mejorar cada día.
Ponerse manos a la obra
Con una predisposición buena se pueden llegar a mover montañas, pero también hay que tener un plan bueno porque de lo contrario nos podemos llegar a perder en el camino.
Debemos procurar hacer cada día algo constructivo. Si nos dedicamos tan sólo a seguir con nuestra rutina diario, nunca saldremos de ella. No es necesario hacer contribuciones grandes, lo primordial es ir haciendo algo diferente que nos vaya dando un poco más de sentido a nuestra vida.
Aunque vivimos tiempos difíciles, no por ello tenemos que esperar a que lleguen tiempos mejores. Es necesario salir al encuentro de nuestro destino y no cruzarnos de brazos. Las cosas, como decía Constantin Brancusi, “no son difíciles de hacer, lo que resulta difícil es ponerse en la situación de hacerlas”.
Es importante concretar. Tener unos grandes y buenos objetivos resultan un excelente punto de partida pero si no se ponen en práctica, será difícil que nos sirvan de utilidad. Para comenzar a actuar es necesario establecer unos objetivos que sean reales y seguir los pasos que sean necesarios para llegar hasta ellos. Si la acción y el deseo van unidos de la mano, es seguro que se podrán hacer milagros.
Realiza tu hoja de ruta para llegar a la meta
Nos servirá de utilidad confeccionarnos una lista para poder cumplir los objetivos y hacerlo de una manera más intensa. Comienza por preguntarte cómo te gustaría ser y que es lo que quieres hacer, dando cabida en esta pregunta a todos tus deseos, desde los más serios a los más alocados.
Cuando tengas claro lo que quieres y deseas en tu vida, elabora la estrategia que necesitarás para conseguir de la manera más directa tus objetivos.