La autoestima es la valoración que cada persona realiza de sí misma. Esta puede ser positiva y por consiguiente beneficiosa para la calidad de vida de la persona en cuestión, o negativa y resultar perjudicial para ella. Descubre algunos consejos para mejorar tu autoestima.
La autoestima
Nuestra calidad de vida está influenciada por lo que cada individuo se valora o percibe de sí mismo. Por ejemplo las personas que acostumbran a dar poco importancia a sus valores, piensan que los demás son más inteligentes y hacen las cosas mejor y se critican duramente, son aquellas personas que cuentan con una autoestima baja. Al contrario, las personas que se sienten a gusto con su vida, que se plantean nuevos retos y proyectos continuamente, que evitan sus miedos e inseguridades, son poseedoras de una autoestima alta.
El proceso para mejorar nuestra autoestima conlleva un trabajo de aprendizaje donde juegan un papel muy importante algunas claves.
Componentes
La autoestima se puede dividir en:
Un componente cognitivo que supone actuar sobre todo los que pensamos para modificar nuestros pensamientos negativos y que no son nada racionales y cambiarlos por pensamientos más positivos y con sentido.
También cuenta con un componente afectivo que implica trabajar sobre aquello que “se siente”, es decir sobre nuestros sentimientos y emociones.
El componente conductual significa actuar sobre “lo que hacemos”, es decir sobre nuestro comportamiento para poder modificar nuestros actos.
Estos tres componentes se encuentran muy relacionados entre sí de tal manera que si actuamos sobre cualquiera de ellos obtendremos también efectos sobre los demás. Por ejemplo, si la persona logra modificar un pensamiento de tipo negativo sobre sí mismo por uno positivo, es seguro que se sentirá mucho mejor y ese sentimiento le impulsará a actuar.
Aprender a formar la autoestima
El proceso de formación de ésta se inicia en la infancia cuando los más pequeños descubren que son personas distintas a las demás y que con el tiempo habrá personas que los rechazan o los aceptan. A partir de dichas experiencias se irán generando ideas propias sobre lo que valen o lo que no valen, por ejemplo un niño que sea gordito desde bien pequeño, con el tiempo puede convertirse en una persona adulta feliz o no dependiendo de la actitud que las demás personas demostraron hacia ese exceso de peso y por supuesto según su actitud propia.
La adolescencia por otra parte es una fase muy crítica en la autoestima ya que el joven necesita forjar una identidad bien firme y conocer las posibilidades que tiene como persona. Si durante su infancia ha logrado desarrollar una autoestima fuerte, le resultará relativamente fácil alcanzar la madurez feliz.
Todo el mundo tenemos problemas de autoestima en algunos momentos de nuestra vida pero la buena noticia es que esa imagen que tenemos de nosotros mismos va cambiando con el paso del tiempo ya que la autoestima no es fija para toda la vida, gracias a Dios.