El trabajo siempre es una bendición para cualquier persona con responsabilidades pero llega un punto en el que la rutina, el estrés o la presión, hace que muchas veces no se puedan manejas las cosas y se llegue a un punto de desesperación total. Para nadie es un secreto que el trabajo puede representar uno de los focos más importantes de generación de estrés en la vida de una persona y lo complejo es que muchas veces no se sabe cómo manejarlo y es entonces cuando aparecen las enfermedades, los problemas en la familia y hasta en la misma autoestima y personalidad. Para que se genere el estrés solo bastan las interrupciones, los problemas con los compañeros o los jefes, el exceso de responsabilidades o las distracciones que tienen que unirse obligatoriamente con los compromisos en la casa y la vida personal.
Lo primero que hay que hacer es actuar para cambiar antes de reaccionar, pues esos actos generados por la reacción frecuentemente son violentos, llenos de rabia, ira y demás y por eso se va generando un desgaste en la tranquilidad, la calma, la salud y el bienestar, incluso en la confianza en sí mismo y las capacidades para solucionar cualquier tarea. Por eso hay que aprender a identificar lo que causa el mayor estrés, lo que causa problemas y poder manejarlos de a poco. Después de una situación de extremo estrés, hay que intentar respirar hondo, pues así el cuerpo empezara a tranquilizarse más rápido a pesar de que la cabeza y el genio quieran estallar. La respiración honda y pausada, representa una especie de relajación y yoga en el trabajo, que no abarca todos los beneficios pero si el más importante que es conservar la calma por unos minutos.
Un segundo problema que se presenta son las continuas interrupciones, como el teléfono, atender una labor que no es la que corresponde, llevar un papel o un documento como un favor, entre otros. De esta manera es complejo llevar a cabo un trabajo bien hecho y cumplido a tiempo y sin que haya una reducción de estrés. Las maneras para poder asumirlas son limitadas, la primera es aceptarlas, la segunda es rechazarla y la tercera evaluar su importancia y decidir si se toma o no. Todo depende de entender que hay labores que no competen a las responsabilidades dentro de una empresa y que hay personas que pueden hacer sus propias tareas.
Hay que manejar una especie de cronograma en el que estén incluidas las labores hechas, las que están en proceso y las que no se han iniciado, pues con ellas se tendrá en cuenta el tiempo que se tiene y como se debe distribuir. Además facilitara no olvidar cosas importantes y no exceder el tiempo de dedicación en otras. También hay que contar con el tiempo de descanso entre una y otra labor, pues no todo puede ser trabajo ya que es más fácil que se empiece a sentir mucho estrés y desesperación por la rutina y monotonía.