Los hidratos de carbono se encuentran presentes en una gran parte de nuestras comidas diarias y puede que sea esa una de las razones por la que nos cuesta tanto bajar de peso. Aunque aportan nutrientes y por tanto nos dan energía para llevar a cabo nuestras actividades diarias, lo cierto es que no conviene abusar de ellos.
¿Son malos para nuestra salud los carbohidratos?
Últimamente se han hecho muy populares las dietas bajas en carbohidratos, que como su propio nombre indica, reducen la ingesta de los mismos al mínimo, considerándolos los culpables de no poder perder peso. Pero lo cierto es que no se pueden eliminar por completo de la alimentación, ya que sus funciones son muy importantes para el organismo.
Por ejemplo, son la principal fuente de glucosa en la sangre, lo que significa que se encargar de llevar el «combustible» a las células, además de ser la fuente de energía utilizada por el cerebro para realizar sus funciones.
Además es interesante saber que existen dos tipos de hidratos de carbono, los simples o azúcares, y los compuestos, en los que están incluidos los almidones y las fibras.
Por otra parte el hombre ha conseguido modificar el proceso de elaboración en los alimentos, generando un tipo de carbohidratos nuevos: los simples refinados, que son los que se encuentran presentes en la mayor parte de los productos manufacturados que se encuentran en el mercado, como las pastas, las galletas, la bollería, etc.
El problema que tienen este tipo de carbohidratos es que al no tener fibra se absorben de manera muy rápida desajustando los niveles de azúcar en sangres, además de acumular en el organismo grasa, especialmente en el abdomen.
Consejos para el consumo de menos carbohidratos
Basándonos en estas premisas para conocer cuáles son los carbohidratos «malos», lo mejor sería que dejáramos a un lado las bebidas azucaradas, ya que contienen jarabe de maíz en cantidades muy alta, además de mucho azúcar, por lo que no son para nada saludables.
Además provocan obesidad y resistencia a la insulina. En su lugar hay que optar por beber infusiones de hierbas, zumos naturales o agua.
En numerosas ocasiones consumimos unas galletas o unos snacks porque tenemos ansiedad, que es diferente al apetito. La solución puede pasar por dejar de comprar estos productos y sustituyéndolos por una verdura o una fruta como una rama de apio o una zanahoria cruda.
Por otra parte el consumo de pan suele ser el acompañamiento ideal para casi todas las comidas, pero un trozo de este alimento tiene muchos hidratos de carbono simples refinados por lo que es una de los principales causantes de coger peso.
En su lugar se pueden elegir panes de cereales integrales como el de centeno por ejemplo, que aunque también aporta carbohidratos, tiene una gran cantidad de fibras que ayudan a mejorar el tránsito intestinal.
A media mañana o por la tarde se debe hacer una pequeña ingesta de alimentos para no llegar con demasiado apetito a las comidas principales, pero por supuesto, estos tentempiés no pueden ser cualquier cosa. Te recomendamos unas almendras, unas avellanas, unas nueces o unos cacahuetes, que aunque tienen bastante calorías, la clave está en tomar solamente un puñado, de esta manera se reduce la ansiedad y se sacia el apetito.
Aunque los productos light están muy de moda, es problema es que no siempre son saludables, ya que contienen ciertamente menos hidratos, pero también menos sodios, menos proteínas y más minerales.
Por último, no hay que olvidar cada mañana desayunar más proteínas ya que son el combustible necesario para comenzar la jornada. Para saciar el apetito, un huevo cocido es la opción perfecta.