Ya hablamos en la nota anterior de lo perjudiciales que pueden ser para tu imagen los hábitos poco glamorosos, la adicción por estar siempre a la última moda o contar todo sobre tu vida en la oficina.
No te pierdas esta segunda parte y libérate de una vez por todas de esas malas costumbres que tanto afectan a tu salud mental.
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Las poses Triple X: Siempre a media luz, siempre tú arriba, siempre la posición del misionero primero… Quizás te funcionan hace años, ok, pero por otra parte es un punto ciego. Ni hablar de relojear el espejo para controlar que estás metiendo panza, haciendo trompita o quebrando la cintura. Deja las fórmulas de las estrellas porno para las principiantes, aunque suene a paradoja, y siéntete libre para disfrutar de cada postura y de cada segundo: pues es la mejor garantía de conseguir el máximo placer, tanto para ti como para tu chico.
Jugar a la mujer maravilla: Obvio, siempre queremos que todo te salga perfecto, pero tratar de controlar hasta el último detalle, en la oficina o en tu vida privada, es una sangría emocional. Por ejemplo, festejas tu cumpleaños con dos amigas y te pasas horas preparando tu famosa crema de palta… aunque sólo se suponía que debías avisarles a los invitados. Las mujeres tenemos una tendencia natural a ocuparnos de muchas cosas, y a la vez a ser perfeccionistas, lo que puede formar un combo mortal. Una mujer que esté estresada por la vida regresará a su hogar y sentirá que hay un millón de cosas por hacer. Cuanto más se centre en hacer en vez de sentir, más sufrirá la compulsión de hacer más, trabajar más, limpiar más y preocuparse más.
Envidiar la fama ajena: Es difícil no tragar saliva viendo la cartera Louis Vuitton que posee la esposa de tu jefe, o no soñar una vida como de cuento de hadas, pero el único efecto concreto de tus celos de la gente que está mejor económicamente que tu, es ponerte fuera de la estratosfera. Te distraerá de las cosas exitosas y seguramente envidiables con las que cuentas en tu propia vida. Mejor gasta tu energía sintiéndote tú misma como una diosa: regálate una sesión de spa o cómprate ese cuello de piel estilo diva.
La eterna dama en apuros: Una cosa es usar tus armas femeninas ocasionalmente, pero llamar a tu novio cada vez que un tipo te mira en el colectivo, o hacerle caiditas de ojos al portero de tu edificio porque necesitas que te arregle la cortina ya es demasiado. Ya se trate de destapar un frasco o de cambiar una bombita a tres metros de altura, no es cuestión de entrar en pánico porque te convences de que no sabes solucionarlo, lo ideal es bajar el nivel de ansiedad, pensar en varias alternativas posibles y finalmente confiar en que puedas resolver por tus propios medios.
Guardar rencor: Ni perdón, ni olvido. Es comprensible que sigas odiando a ese ex que te lastimó tanto hace cinco años, pero debes saber que la tristeza, la angustia y la amargura que vienen con eso afectan hasta a tus hormonas. Lo ideal es descartar esos pensamientos negativos y focalizar en los buenos aspectos de las cosas, por ejemplo de que de todo se aprende.
Los comentarios de vieja bruja: ¿Alguna vez dijiste cosas sobre una amiga como «pobre, engordó como una vaca porque está demasiado enamorada», o «estoy preocupada de que esté teniendo sexo sólo con perdedores»? Bueno, eso puede no ser verdadera preocupación, sino cierto el sentimiento de superioridad por creerte mejor que el resto. Horrible, ¿no? Busca un poco más adentro y pregúntate por qué te importa tanto fijarte en lo que hacen los demás. ¿Será porque tienen lo que a ti te falta? La mejor manera de obtener lo que quieres para tu propia vida, entonces, es empezar por averiguarlo. ¿Por qué no empiezas hoy mismo?. Y ahora que ya sabes, no dudes en descartar de una vez y para siempre, estos 12 malos hábitos que una chica moderna no debe tener.