Elegir un vino adecuado para las comidas no es algo tan sencillo como puede parecer. De hecho, hacerlo de una manera correcta requiere experiencia, conocimiento y habilidad, algo que vas a poder conocer a continuación.
Vinos para carnes
Debido a que la mayor parte de las preparaciones, recetas y platos contienen de una manera o de otra algún tipo de carne, la elección de este tipo de vino es muy importante. De cualquier manera la asociación es la clave para elegir el mejor, ya que no es lo mismo la carne roja que la carne blanca.
Las carnes rojas son la de ternera, la de buey, la de caballo, la de codorniz y la de perdiz. Mientras que las carnes blancas son la de conejo, la de pollo, la de pavo, la de cordero y la de cerdo. En cualquier caso lo más recomendado es usar vinos rojos, es decir, un vino tino, un rosado o un tino ligero.
Vino para carnes blancas
El vino más adecuado para una comida que incluya carne blanca, será aquel cuyo aroma, aspecto y textura sea blanca y suave. De hecho hay una regla no escrita sobre el consumo de vinos que dice que «el vino blanco para el pollo y el vino tinto para la ternera».
Si en la comida aparece pollo, la mejor elección es el vino blanco o incluso un vino rosado muy claro. Este tipo de vino es menos conservado y reiterado, y más suave al contrastar con el sabor propio del pollo. Lo mismo sucede con la carne de pavo y de cerdo, aunque en este caso, el vino blanco va a depender de la preferencia de cada paladar.
Vino para pastas
En este caso la clave la vamos a encontrar en el tipo de salsa que se use para la pasta. Si la misma está compuesta por salsa roja, es decir que por ejemplo lleve tomates o pimientos rojos, el plato va a tener un sabor más ácido, por lo que lo mejor es elegir un vino tinto.
Si la pasta es con relleno como por ejemplo la lasaña, la apreciación del vino perfecto cambia de manera considerable. Como la salsa es de bechamel, es decir blanco y con sabor dulce, la elección incluirá un vino blanco muy suave.
Vinos para quesos
En este caso la elección es algo más complicada pero lo principal es tener en cuenta el modo de elaboración del queso, es decir, los ingredientes, la técnica o la interacción entre otros, y por supuesto, el sabor. Por ejemplo para los quesos blancos existe un tipo de vino y para los quesos amarillos, otro.
Si el queso es blanco, casi siempre será de sabor fuerte y textura blanda, por eso lo mejor es acompañarlo con un vino blanco, ya que es dulce y no va a perder protagonismo al interactuar con el sabor del queso en el paladar.
Si el queso es de sabor suave pero de textura dura, el vino perfecto es de color rosado, aunque el queso azul, debido a su olor y a la humedad, deberá acompañarse con un vino amarillo o blanco. Y si el queso es tipo gouda suizo, que se caracteriza por su sabor suave y cremoso, lo mejor será un vino rojo o tinto.