A medida que el tiempo pasa y nos vamos transformando en seres más racionales, dejamos atrás viejas dudas para replantearnos nuevas interrogantes. Si bien es muy difícil que la realidad no nos golpee a medida que incrementamos nuestra edad, también es cierto que esos tropezones nos dejan marcas que, a la larga, serán imborrables.
Es una idea fija la que afirma que todos los seres humanos, en algún momento de sus vidas, se plantearon de que forma llegaron a este mundo, el cuánto hay de veracidad en la existencia de un Dios omnipotente y, sin duda alguna, intentaron descifrar el significado o el objetivo de la felicidad como estado anímico para poder llegar a ella. Como soy un ser humano más, en mi vida, llegó lo inevitable. Aquel momento cumbre en donde cuestiono todo y a todos de manera íntegra. En donde comienzo a notar ciertos estereotipos sociales o hipótesis generales que no logran responder mis preguntas de una forma clara. Comienzo a encontrar cada vez más errores en la historia que me vendieron en la escuela y en los medios, y me auto flagelo por haber sido tan crédula. Si bien, nadie es dueño de la verdad, intenté aclarar mis dudas de diversas formas. Recuerdo que mi humilde investigación comenzó con simples preguntas o cuestionamientos a mis seres más cercanos, mis mayores. No quedé del todo satisfecha, porque note cierta ambigüedad en las respuestas que recibí, y me puse a pensar que, tal vez, el hombre responde y siente en relación a lo que vive, a su coyuntura y a su círculo íntimo, entre tantos otros factores. En mis primeros años, solía escuchar a mi mamá decir que lo más importante en la vida era ser feliz. Nunca se me hubiera ocurrido preguntarle si ella realmente sabía lo que era ser feliz, pero en aquellos tiempos a mi solamente me interesaba llegar de mi escuela primaria para jugar con las muñecas que mis padres con tanto esfuerzo lograron comprarme, y poder regocijarme mirando los dibujos animados que pasaban por la tarde en la televisión de aire. ¿Qué es lo que impulsaba a mi mamá a afirmar todo el tiempo lo necesario e importante que es ser feliz? ¿Había problemas que yo no estaba notando? ¿O las personas suelen buscarla por una cuestión de usos y costumbres? Comencé entonces a preguntar a las personas si cuando hablaban de la felicidad, por lo menos, tenían una vaga idea de lo que ésta representaba. Sucedió lo que esperaba: Todas las respuestas fueron diferentes. Entonces llegue a la conclusión (anteriormente nombrada) de que todos los seres humanos tenemos una idea diferente de la felicidad. Puede encontrarse en el amor, en un hobbie, en la fe, en los libros, etc. El problema más grande es que la publicidad se metió tanto en nuestras vidas, trasgiversando la realidad de tal forma que hoy en día sigue haciéndonos creer que la felicidad se encuentra en tomar determinada gaseosa a tal hora del día o que podemos hallarla haciendo innumerables viajes costosos. Así como la prensa amarilla, las series televisivas nos inculcan que la felicidad solo va de la mano con la elección de una buena pareja, cuando en realidad solo depende de la forma en que piense cada ser humano. Decidí, entonces, entrar de manera particular en el tema leyendo libros acerca de la existencia y el significado de la felicidad y recopilando relatos de diferentes autores. Creo que pude darme una mediana idea de qué era eso que en realidad me aconsejaba mi madre buscar. La felicidad no es un tema contemporáneo, si no que su existencia y significado se viene estudiando hace miles de años. En la antigüedad, se decía que la EUDAMONIA (buena ventura) era introducida dentro del alma de los seres humanos por dioses y diosas, convirtiéndola así en algo totalmente ajeno a lo material. Platón, por ejemplo, dio su concepto de felicidad basándose en el modelo, o ejemplo, que su maestro Sócrates reflejaba en su forma de vida diaria. Por tal motivo, Platón, decidió separar agudamente la felicidad en dos formas distintas: 1) La felicidad del pueblo común (basada en lo subjetivo) 2) La felicidad de un sabio (basada en la determinación ética del mismo). El problema principal de ésta teoría platónica fue que, de esa forma, los únicos seres que podían ser felices eran los filósofos, ya que eran los únicos que podían conocer la verdadera idea del bien (por sus conocimientos del orden divino), pero también es cierto que para llegar a la felicidad debían renunciar al poder y a los bienes materiales. De todos modos en la Filosofía y la Religión, es muy común predicar agua y beber vino. Su discípulo, Aristóteles, sin embargo perfeccionó un poco esa teoría creando un vínculo entre la felicidad del pueblo común (polis en ese momento) y la felicidad individual.
“La felicidad, así como el bien supremo, debería ser accesible para todo hombre. Ya que solo en ella podrían desarrollarse en plenitud los ciudadanos libres”
El supuesto de dicha teoría era, entonces, el conocimiento de las ciencias y las artes. Así que por más abierta que sea la idea de Aristóteles, también se alejaba de la realidad, ya que excluía a niños y mujeres (recordemos que en esa época no todos los niños tenían la oportunidad de volcar su vida a las ciencias y las artes. La mujer, por otro lado, no gozaba de los derechos de ciudadano, por lo que tampoco podía aprenderlas). “La felicidad se da en el instante. Yo fui feliz porque lo aprendí. Ningún sentimiento de felicidad perdura eternamente” Caroline Schelling (1791). Alrededor del 400 a.C. Las teorías divididas de Cínicos y Cirenaicos acerca de la felicidad se iban acentuando. Mientras los primeros aseguraban que la felicidad se vinculaba a la falta de deseos, los otros aseguraban que la misma estaba relacionada o vinculada al placer. Para Platón, la falta de deseos solo era un medio para el camino del conocimiento, y una felicidad de tipo superior. Epicuro y su estado de Ataraxia. Epicuro fue, en su momento, muy criticado, malentendido, y sus teorías calumniadas y disfamadas a razón de la sociedad machista en la que estaba inmerso. Su forma de pensar fue señalada como dudosa y femenina por el solo hecho de reconocer los mismos valores para hombres y mujeres. Si bien él, como los cirenaicos, compartía ese sentimiento de placer en la felicidad, lo tomaba en un estado de ATARAXIA, lo que señala como: Estado de tranquilidad del alma derivado de una conducta racional.
“No es posible vivir placenteramente si no se lo hace racionalmente y de una manera bella y justa. Así como no es posible tampoco vivir de una manera bella y justa, si no se lo hace de manera racional y no se vive placenteramente”
Sostenía que, para ser feliz, el hombre primero debía perderse el miedo por los dioses y por la muerte, y debía aprovechar con alegría y modestia lo que la naturaleza le proporcionaba. La felicidad divina de Agustinus Aurelius. En épocas de Roma, Agustinus Aurelius el “Padre de la Iglesia” buscaba su felicidad en los placeres mundanos. Empezando en Cartago y terminando en Roma, Agustín gozaba de diversas amantes, banquetes interminables y siempre vestía ropas lujosas. Mónica, su madre, indignada por la vida que su hijo llevaba trataba de que el mismo recapacite haciéndole notar sus reiteradas quejas y disgustos, y reprochando sus actos de manera constante. Un buen día Agustín le planteó una interrogante a su madre: ¿Es realmente feliz el que obtiene lo que quiere? A lo que la mujer contesto: “Si lo que buscas es el bien y eso es lo que obtienes serás feliz. Si por el contrario lo que buscas es el mal, serás infeliz aunque lo obtengas” Al parecer, las palabras de su madre y el interés por las epístolas de Pablo hicieron que algo en la cabeza de Agustín cambiara. Fue así como se convirtió al cristianismo y dejo los placeres para quien quiera tomarlos asegurando:
“La felicidad terrenal es insegura, ya que un día pueden despojarte de ella. La única felicidad segura es la eterna, la que solo se encuentra en el amor de Dios”
Con ésta posición, Agustín paso el resto de sus días feliz y satisfecho.
En el Romanticismo la felicidad pasa de ser un concepto filosófico a un simple estado de ánimo. No se encuentra diferencia entre la felicidad meramente inventada y la felicidad practicada (por ello comienzan a incrementar el uso de estupefacientes) Para Nietzsche, la felicidad reside en el proceso creativo. Sigmund Freud, sin embargo, creyó firmemente que la felicidad no esta prevista en el proceso creativo. La separa rotundamente de la cultura afirmando que, justamente, la cultura surge de la limitación del impulso a la felicidad.
“La felicidad son los pocos cuartos de hora de la vida, en que el mundo se hace perfecto porque hayamos situaciones insignificantes: Tomar una mano cálida, mirar un agua cristalina, escuchar el canto de un pájaro ¿Cómo se puede esforzar uno por esto?”
Moritz Schlick (1995)
Self fullfilling prophecy. Comúnmente conocido con el camino a la infelicidad. El problema fundamental del hombre contemporáneo es que ante una situación dudosa tiene una visión negra. Espera de manera pesimista lo peor haciendo lo posible porque esto pase, para que se produzca realmente a través de La Profecía autorrealizada.