La hora del baño puede ser para el bebé la más feliz del día, ya que es donde mejor puede moverse a sus anchas, disfrutando de su libertad de movimientos.
Esto debemos tenerlo muy en cuenta a la hora de cómo sujetar al niño durante el baño, ya que debemos hacerlo con la seguridad absoluta de que no nos va a resbalar, pero sin privar en absoluto al pequeño de estos movimientos que son tan importantes para él. La mejor manera de conseguir ambos objetivos es deslizando la mano izquierda por la espalda del niño, sujetándole con firmeza por la parte superior de su brazo izquierdo. Haciéndolo así el niño apoyará la cabeza en nuestra brazo y nada le privará de moverse y patalear todo lo que desee.
La temperatura del baño, como todos sabemos, debe ser de entre 36º o 37º. Aquí hay que tener en cuenta que la temperatura debemos medirla con un termómetro, no con sistemas como poner el codo o acciones por el estilo, porque no son fiables.
El jabón es importante en el baño, ya que los pequeños tienen la piel muy delicada. Si vemos que después de bañarlo el niño presenta rojeces en alguna parte de su cuerpo, lo primero que debemos considerar es que probablemente se deba al jabón. En este caso probaremos otro.
Otro síntoma de que el jabón que usamos no es conveniente para el niño, se da cuando vemos que después del baño su piel está reseca. Ello es señal de que el ácido del jabón no es bueno para el pequeño. Lo mejor para ambos casos es usar algún jabón neutro, o el jabón de glicerina de toda la vida.
Antes de empezar a bañar al bebé debemos tener la precaución de tener preparado todo lo necesario antes de metera al niño en la bañera. Si estamos solos no nos podemos olvidar nada, ya que tendríamos que ir a buscarlo sacando al niño de la bañera al no poder dejarlo solo, con el frío que esto podría suponerle.
Lo primero que debemos hacer, al empezar a bañar al niño, es lavarle la cara, con el agua aún limpia, y seguidamente la cabeza. El pelo del bebé, normalmente además muy escaso, no necesita de champús, usaremos el mismo jabón con el que lo bañamos. Seguidamente ya podremos lavarle el cuerpo y, para terminar, y sobre todo con mucho cuidado, los pequeños pliegues que tiene el bebé en el muslo, Esta parte, al igual que otras susceptibles de irritación como las axilas, se las secaremos con suaves toques de toalla, sin restregarlo.
Para acabar, en cuanto a la hora del baño no tiene ninguna importancia. Podemos hacerlo a la hora que nos vaya mejor, pero siempre deberá ser la misma, con el fin de no alterar los horarios ni el orden establecido del niño.