Europa está repleta de lugares bellos para visitar y de fortificaciones maravillosas que merece la pena ver una vez al menos en la vida. A continuación vamos a conocer algunos de los más impactantes de este continente.
Bojnice, en Eslovaquia
Este castillo es un imprescindible en Eslovaquia. Levantada en su orígenes en madera, esta fortificación ha estado en manos de numerosos reyes hasta el siglo XVI en que pasó a ser propiedad de la familia de los Thuzos, los artífices de su reconstrucción renacentista. Este castillo románico en la actualidad es escenario de rodajes de películas, así como un maravilloso museo.
Castillo de Bran, en Rumania
En el año 1382 se construyó este castillo para la defensa de la amenaza turca y más tarde se convirtió en la residencia de los reyes de Rumanía. Hoy en día es un museo abierto al público que cuenta con recuerdos, pinturas y muebles de esa época. Sus almenas, torres puntiagudas y saeteras, han logrado alimentar la idea de que este castillo era el de Drácula en la novela de Stoker.
Castillo de Chenonceau, en Francia
Sobre las aguas del río Cher se levanta el castillo de Chenonceau, también conocido como el «de las damas» ya que en él solo residieron mujeres, como Catalina de Medici o Diane de Poitiers. En él se reúnen obras de arte muy valiosas entre ellas algunas pinturas de Rubens y de Zurbarán, además de antiguos establos y preciosos jardines.
Castillo de Conwy, en Gales
En el noreste de Gales se encuentra este ejemplo de fortificaciones del rey Eduardo I de Inglaterra, no en vano, fue en el que más dinero se gastó. Levantado sobre una roca como parte de un proyecto bastante más amplio: la construcción de una ciudad amurallada, de su glorioso pasado tan solo quedan algunas torres y sus patios. A pesar de ello, fue nombrado por la Unesco como parte del Patrimonio de la Humanidad.
Castillo Eilean Donan, en Escocia
Esta icónica fortaleza de Escocia ha sido inmortalizada numerosas veces por la televisión y el cine y además cuenta con un plus: el fantasma que habita aquí es español, concretamente un soldado enviado por el rey Felipe V en el año 1719 que murió durante el bombardeo del castillo por barcos ingleses. Quienes lo han visto dicen que va deambulando con su cabeza debajo del brazo.
Castillo de Frederiksborg, en Dinamarca
En Hillerod se levanta el castillo más grande de toda Escandinavia, un edificio monumental de ladrillo rojo que se encuentra rodeado por un jardín y que en su día fue residencia real. En la actualidad alberga en su interior el Museo de Historia Nacional donde se pueden ver numerosos objetos, muebles, pinturas y colecciones reales. Su galería de mármol, la Cámara de Audiencias o la iglesia donde se coronaban los reyes, son las estancias más sobresalientes.
Hochosterwitz, en Austria
Este castillo de cuento de hadas se levanta sobre una montaña de roca caliza en Carintia, un estado austriaco. La historia del mismo se remonta al año 860 y de él se dice que fue la inspiración de Walt Disney para dibujar el castillo de la Bella Durmiente, junto con el castillo de Neuschwanstein, después de hacer una visita seguida de los dos.