La convivencia es algo que las parejas deben pensar muy bien antes de tomar el paso, porque en algunos casos, son las mujeres las que tienen que hacer las labores domesticas y responsables hasta por sus novios, como si en vez de adultos, trataran con niños. Se ha dicho que las labores del hogar, de casa y de cuidado de los hijos son solo de las mujeres, porque el hombre trabaja para llevar la comida a su casa. Pero en realidad esto es un pensamiento obsoleto y mandado a recoger, por el exceso toque machista y porque los tiempos han cambiado y evolucionado afortunadamente. Y es que cuando una mujer tienen un novio o esposo y conviven bajo unión libre o matrimonio, respectivamente, espera que su pareja tenga un poco de dedicación y actitud para colaborar con las tareas en el hogar, porque aunque no se tengan hijos, siempre habrá que limpiar, lavar, barrer, comprar mercado, entre otras y es realmente desesperante, que mientras ellas se preocupan por tener todo impecable, ordenado, pago y en su lugar, ellos solo tienen tiempo de ver televisión, jugar futbol o videojuegos y en el peor de los casos, dormir.
En realidad no todos lo hacen por pereza, pues hay chicos que no mueven un dedo es mas por miedo o pena de no hacer las cosas como se debe. Ven en las mujeres un reflejo de sus madres que saben hacer todo bien y rápido, mientras que ellos no conocen el proceso para lograrlo y los resultados no son tan satisfactorios. Unos pueden decir que quieren pero no saben hacerlo y es fácil detectar si es una excusa o no, cuando tienen la intención de intentarlo, así algo salga mal. Este tipo de acciones hay que aprender a valorarlas, porque en medio de su proceso de aprendizaje, es probable que lo logren en algún momento
Algo que no es tan positivo, es que tienden a minimizar sus capacidades y el miedo los lleva a decir que no saben o no lo lograran jamás. Siempre hay que tratar de darles pruebas, inicialmente sencillas, y eso sin, sin gritarlo, forzarlo, regañarlo o empeorar la situación con las criticas de otras mujeres de la familia, como primas, madres, tías o amigas. Pero hay que cuidar de aquellos que dicen que es mejor que el que sepa haga las cosas y definitivamente se entreguen a la vagancia, como si en vez de un novio o esposo, fueran un hijo, al que hay que hacerle desde el desayuno y tenderle la cama, hasta alistarle la ropa y recoger los platos después de comer. Desde un principio las reglas deben quedar claras y por lo menos dos o tres veces a la semana debe ayudar.
También es un mito aquello de que no cocinan o no saben lavar su ropa, porque son cosas que la mayoría de personas del mundo saben hacer. Y hay que concientizarlo que así como usa la cama, el baño y la nevera, debe ayudar a tenderla, lavarlos y limpiarla, respectivamente. Siempre es cuestión de actitud y orden y de que desde el inicio de la convivencia, sepan que hace cada uno y que hacen como pareja.