La misma polémica que durante años ha habido en torno a si es bueno para los niños ver la televisión y cuánto rato es conveniente que la vean en caso afirmativo, además de la cuestión de cuál ha de ser la intervención de los padres, se extiende ahora al mundo de los videojuegos. Hemos de empezar aclarando que en aquellos casos de niños que se pasan todo el día jugando a ellos, está muy claro de que, por supuesto, no es positivo ni bueno para ellos, como no lo es ninguna otra actividad de la que se abuse. Si el niño se pasara las 24 horas del día jugando con la pelota deberíamos afirmar lo mismo.
Extremos aparte, en esta temática, como en muchas otras, no todo es blanco o negro. Influyen muchos factores, como las horas que pasa el niño jugando, que sí deberemos controlar. No tanto por los videojuegos en sí, que no tienen el porqué ser negativos, sino porque el niño necesita para su desarrollo realizar también otras actividades, como jugar, hacer deporte y, lo que es muy importante, tener unas relaciones sociales que sólo conseguirá jugando con otros niños.
Muy importante es la temática del videojuego, cosa que podemos controlar muy fácilmente, sobre todo porque somos nosotros quienes por regla general los compramos. Hay juegos que podríamos calificar de negativos para el aprendizaje o el desarrollo del niño, como cualquiera que incite a la violencia, al sexismo, al racismo y similares, o a cualquier otra conducta o tendencia que no nos parezca adecuada. Sin embargo, hoy en día hay muchos videojuegos en el mercado de contenido educativo, juegos muy pedagógicos y muy recomendables para los pequeños, y que, incluso los más contrarios a este tipo de entretenimiento se atreverían a juzgar como negativos.
Una actitud muy recomendable puede ser la de jugar con ellos cuando son pequeños, participando de sus videojuegos y enseñándoles a que sepan escoger, haciendo que se den cuenta de qué juegos no les aportan nada y de cuáles en cambio les dan la oportunidad de aprender una gran cantidad de cosas nuevas.
Y tengamos también presente que siempre será mejor que nuestros hijos jueguen a un videojuego, que siempre en mayor o menor medida estimulará su imaginación y del cual son parte activa, que no que pasen las horas ante el televisor como meros espectadores.