A muchas mujeres les aterra el hecho de estar solas, se preocupan por su imagen y les angustia lo que puedan pensar los demás de ellas. Si es tu caso, no te conviertas en rehén de esos malos sentimientos y comienza a sentirte la dueña de tu vida.
Digamos que vas por una calle oscura y desierta y te persiguen extraños. Para protegerte, decides salir a una avenida iluminada, llena de gente y con policías. En ese caso, el miedo tiene una razón lógica y sirve para encender tus alarmas y mantenerte sana y salva. Pero, ¿Qué pasa cuando lo que te asusta es algo que habita sólo en tu mente? Los principales temores femeninos nacen en las emociones y en algunos períodos de nuestra vida (léase fin de año) se exacerban: tenemos pavor a quedamos solas, a no resultar atractivas, a no tener un hombre al Iado, a asumir riesgos y a ser víctimas de las críticas ajenas. Pero hay algo que tienes que saber: quedarte acorralada por el miedo a esos fantasmas es la peor política. Para vencerlos, aprende a encararlos y exorcízalos uno por uno.
Miedo él estar sola: Es el terror número uno de muchas mujeres. En esencia, volvemos a ese sentimiento ancestral por el cual siempre creemos que necesitamos a otros para sobrevivir. ¿Resultado? Somos víctimas del miedo a la propia independencia, como si fuéramos nenitas. En psicología existe un conjunto de síntomas que conforman el llamado “síndrome de Peter Pan” y que se caracteriza por la resistencia a crecer. La persona siente temor de hacerse cargo de su vida, de pensar por sí misma, de dejar de depender. Para poner un ejemplo; Mercedes, una masajista de 26 años, siempre vivió con su familia, hasta que alquiló un departamento con amigas y después se mudó a la casa de su novio. «Pasé tan poco tiempo conmigo misma que no sabía decir cuál era mi comida favorita o el programa de televisión que más me gustaba”, reconoce. Claro, al separarse y estar sola por primera vez, entró en pánico. Pero luego se recuperó. «Descubrí mi fuerza interior y desarrollé mis preferencias. La verdad, hasta dejé de comer carne porque finalmente me di cuenta de que no me gustaba», cuenta. Mercedes también comenzó a pintar. «Ahora, valoro mi espacio y me volví más selectiva respecto de las compañías». ¿Por qué vale la pena librarse del miedo a estar sola? Nos guste o no, como la mayoría de nosotras, tú también estás destinada a pasar parte de tu vida contigo misma y nadie más: sea porque te separas de tu pareja, porque tienes viajes de trabajo o porque tus tiempos no coinciden con los de los demás… En lugar de deprimirte con esa idea, imagina la soledad como un espacio brillante y que puedes decorar a tu gusto: ve a ver las películas que siempre quisiste, escucha música, aprende un nuevo idioma o búscate un hobby. Al fin y al cabo, ¿A qué le estás huyendo? ¡A ti misma! Intenta ser una compañía fascinante y verás que el miedo no sólo desaparece, sino que también estarás tentada de mandar a los otros a que se den una vueltita y te dejen disfrutar de tu espacio.
Miedo al qué dirán: La sociedad nos impone reglas todo el tiempo. ¡Intenta cruzar un semáforo en rojo o trampear al cajero automático y tendrás que afrontar las consecuencias! Sin embargo, usar ropa fuera de moda, aceptar un empleo mediocre, enamorar a un hombre pelado y bajito no son actos en contra de la ley… pero también tienen sanciones sociales. ¿Por qué? Sencillo: los demás viven juzgando nuestras elecciones. Laura, una telemarketer de 22 años, confiesa que nunca, pero nunca, se animó a ir sola al cine, aunque eso significara perderse una buena película. “Quedaría como una loser. Todo el mundo creería que nadie en el mundo me quiere», piensa. El problema es que, hace mucho, en las generaciones pasadas, resultaba impensable que una mujer se sentara sola en un restaurante, en el cine o que fuera sin acompañante a una fiesta. ¿Y eso tiene razón de ser hoy en día? iNi ahí! Pero esa nena asustada que todavía vive dentro de nosotras puede sentirse severamente señalada por el dedo de los demás. Para librarte de esa presión, piensa en esto: cada habitante del planeta anda demasiado ocupado arreglando sus propios problemas como para preocuparse por si estás o no sola, si tu vestido es de hace dos años o si a tu novio petiso se le volaron las chapas prematuramente… Si todavía pierdes tiempo imaginando lo que los otros pensarán sobre ti, es mejor que sepas que la carga por no enfrentar ese monstruo puede ser doble: además de no hacer lo que te gustaría, terminarás haciendo exactamente lo que todos odian: deprimirte, aislarte, gastar más de lo que da tu presupuesto sólo para tener lo que se usa, enganchar un tipo hueco pero que les guste a las demás o ser desleal contigo misma. Todas estas cosas son mucho peores que el «qué dirán», ¿no te parece?
Tip Extra: Consejos para frenar el auto-boicot: Tú puedes hacer frente a todo aquello que te asusta. Comienza con estos simples consejos:
- Cultiva las amistades: Reaviva viejas relaciones y aprovecha las oportunidades en el trabajo o con tus vecinos para aumentar el grupo de tus amigos.
- Sé tu propia admiradora: Todas necesitamos reforzar la confianza en nosotras mismas. El amor propio debe ser fuerte y constante, más allá de aquello que hagas y logres (o no).
- Siempre hay una alternativa: No tienes que hacer todo lo que te pidan, pues lo mejor es elegir aquello que sea más importante para ti misma.
- Considera el tiempo que lleva adaptarse a los cambios: No esperes sentirte bien inmediatamente después de dar un nuevo paso, de modificar el rumbo o en situaciones nuevas. Pues cada cosa tiene un tiempo de adaptación para lograr la total aceptación del cambio.
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