Es un plato con muchas ventajas: quedas bien porque tiene presencia, es cómodo porque lo puedes tener días en el frigorífico y sólo tienes que cortarlo a la hora de comer, es sano y es sabroso. Además, te puede suponer un ahorro, ya que puedes hacerlo aprovechando cualquier pescado que te haya sobrado de otra comida. Ingredientes: ½ kilo de pescado blanco, 200 grs. de gambas, 7 huevos, 1 cebolla, 1 puerro, 1 tomate, 300 grs. de nata líquida.
Puedes usar pescado blanco mezclado o de una sola clase, como te guste más.
Pon al fuego un recipiente con agua y sal y pon en él el pescado blanco, así como el puerro y el tomate. Echa también las cabezas de las gambas. Al cabo de 15 minutos retira el pescado blanco de la olla, pero deja hervir el resto de ingredientes durante 15 minutos más. Pasado este tiempo, cuela el caldo y resérvalo.
Desmenuza el pescado, dejándolo sin espinas ni pieles. Resérvalo.
Pon una sartén al fuego con un poco de aceite de oliva y echa la cebolla picada. A fuego suave, deja que se rehogue y, antes de que tome color, añádele medio vaso del caldo en el que has cocido el pescado y las cabezas de gambas, y que habías reservado. Deja que siga cociendo para reducirlo, y echa entonces las colas de las gambas peladas. Deja cocer 1 minuto y aparta la sartén del fuego. Deja que se enfríe.
En un cuenco, bate los huevos, añadiéndoles la nata. Agrega el contenido de la sartén (tiene que estar frío, sino cuajaría) junto con el pescado. Pon un poco de sal y viértelo todo en un molde que pueda ir al horno.
Ponlo entonces al baño maría, dentro del horno, que habrás precalentado durante 10 minutos a 180º. Deberás ir vigilando el tiempo de cocción, el cual depende de varios factores. Normalmente, oscilará entre una hora o una hora y media. Pruébalo con un palillo.
Cuando ya esté hecho debes dejarlo enfriar, ya que si no está frío se rompe al cortarlo.
Adórnalo como te parezca, con pimientos, huevos, lechuga, anchoas, etc… y a la hora de servirlo, córtalo en rodajas. Acompáñalo con mayonesa.