Hoy me animo a sumergirme en un universo en el que se descubre el lado oscuro de las polleras: un territorio en el que la solidaridad no abunda.
Desde afuera nos catalogan de agresivas, envidiosas, despiadadas pero…¿Será para tanto? Lamentablemente, sí: el espíritu competitivo de las mujeres alcanza niveles elevadísimos. Vos, ¿Te identificas con eso?
Según investigaciones realizadas en Norteamérica el grado de rivalidad es elevadísimo en el mundo femenino. Siempre se ha creído que la competencia entre varones era particularmente descarada, pero esa realidad atraviesa los géneros y pasa a nuestro territorio.
Entre nosotras existen puntos fundamentales a analizar, y ¿Porqué no curar?
Entre nosotras hay más confrontación, es muy común que las mujeres entremos en disputa cada vez que encontremos en peligro aquello que valoramos: hombres, trabajo y aprobación social (no precisamente en este orden). Y aquí el error, por si no lo has detectado aún, es que le quitamos peso a los hombres para dirigir toda nuestra desconfianza y artillería pesada hacia otras mujeres, que puede que tengan que ver en al asunto, o no. Y como estos aparecen mil problemas más entre nosotras, y es por ello que Emujer, te propone atravesar las tres etapas de la rivalidad femenina, ¿Qué te parece?
Etapa 1. Competencia. Podría decirse que ésta es la etapa más benigna de la competencia femenina (¡Lo que nos espera!). El problemita aquí aparece cuando la saludable competencia vira hacia un enfrentamiento poco sano, pasando a ser envidia. ¿Ejemplo? Competencia por seducir al mismo hombre (¡Qué espanto!). ¿Consejito? Si bien somos enroscadas y sabiendo que hay 1.568.379 hombres solteros, queremos el mismo que ella; pero una buena estrategia es abrirse de ese inesperado triángulo, cargar energías y retomar el terreno a toda potencia.
Etapa 2. Envidia. Aspecto más sobrio de la rivalidad. Si bien no existe la envidia sana, como todos dicen, muchas veces sirve como incentivo para decidirte realmente por lo qué quieres. Aunque en realidad la envidia, bien usada, sirve para generar una sensación de incomodidad, de la cual generalmente nos avergonzamos, para descubrir algo positivo sobre nosotras mismas. ¿Ejemplo? Esa mujer que decide pelear por un ascenso recién cuando una amiga fue promovida a un mejor puesto. ¿Consejito? No te bases en ella, siguiendo sus pasos, pero sí toma el ejemplo, la actitud de esa persona, pero asumiendo que eres tú la que lo podría lograr con tu personalidad y no la de ella. Que no se confunda la envidia con los celos, sigue su ejemplo pero no sus pasos.
Etapa 3. Celos. Los celos consumen de una manera sorprendente, lamento decirte que si eres de esas mujeres que entre dientes susurras: “esa descarada tiene le vestido que yo deseaba”, ¡Estás en problema querida! Esto podría ser un problema de estima, lo cual tiene un grado de complejidad distinto al de la desconfianza que existe en una pareja. De todas maneras es controlable. ¿Ejemplo? No soportas que tus amigas se junten mientras tú cumples tu horario de trabajo. ¿Consejito? Relax mujer, ¡Relax! Pasa por ti, y por tu conciencia. Cuanto menos poderosas nos sentimos, más tendemos a trasformar una saludable competencia en un sentimiento de bronca. ¡Ojo! Busca el equilibrio, sugiere un cambio de horarios, no te cierres!