Las sopas, que pueden hacerse prácticamente con todos los productos, tienen un origen muy antiguo. Nuestros antepasados, ante la necesidad de ablandar algunos alimentos, aprendieron que hirviéndoles se volvían más tiernos. Y claro, enseguida se dieron cuenta de que el agua absorbía el sabor de los alimentos que en ella hervían. Ingredientes para 4 personas: 4 cebollas, 3 puerros, 1 yogurt natural, 4 rebanadas de pan seco, pimienta negra, queso rallado, aceite de oliva y sal.
Antes de empezar, lava bien los puerros y pícalos. Pela las cebollas y pícalas también.
Pon al fuego una cazuela de barro, que tenga un poco de profundidad. Echa en ella aceite de oliva y añade las cebollas y puerros. Echa un poco de sal y una pizca de pimienta negra y deja rehogar a fuego suave.
Cuando veas que la cebolla se ha reblandecido, y sin dejar que tome color, vierte dentro 1 litro de agua y, siempre con el fuego suave, deja cocer 5 minutos. Pasado este tiempo, y sin apartar la cazuela del fuego, echa el yogurt dentro, pero muy despacio y sin dejar de remover para que se integre bien. Una vez vertido el yogurt, `puedes apartar la cazuela del fuego.
Reparte la sopa en cazuelitas indivicuales de barro o de algún material que pueda ir al horno. Tuesta las rebanadas de pan poniendo una encima de cada cazuelita y espolvoreando por encima con queso rallado.
Pon a gratinar hasta que esté de color dorado, y sirve la sopa muy caliente.