Las vacaciones son el momento más esperado del año.
La sola idea de descansar, relajarse y distenderse, nos hace pensar que todo lo que hemos trabajado durante el año tiene su recompensa En las vacaciones se produce la convivencia real de la pareja, una convivencia que difiere de la del resto del año, ya que aquí es cuando no tenemos otras ocupaciones que llenen nuestra mente. Esto puede resultarnos confuso, ya que si uno lo piensa bien, el hecho de no tener otras ocupaciones haría que centremos nuestra total atención en la pareja, pero esto no siempre puede resultarnos positivo. Es aquí donde pueden salir a la luz ciertas diferencias, que durante el año no nos causan demasiado impacto, por atribuirlas al estrés y la rutina laboral. Frecuentemente las parejas ven al período de vacaciones como un tiempo de relajación, como si fueran un viaje para solucionar los problemas acumulados durante el año, pero al tener mas tiempo para conversar y reflexionar, suelen salir a la luz ciertas incompatibilidades que se habían mantenido ocultas y que ahora se presentan como insalvables. Una típica discusión: Playa vs. Montaña: Las diferencias a la hora de elegir el destino de las vacaciones, suelen ser la primer piedra en el camino. Las mujeres tienden generalmente a desear unas vacaciones mas relajantes para desconectarse de la rutina y los problemas de la vida diaria, mientras que los hombres prefieren los viajes de aventura o las actividades deportivas en su mayoría. Y es aquí donde hay que prestar mucha atención en ceder algunas cosas a cambio de obtener otras.
“Las mujeres vienen de Venus y los hombres de Marte”, este dicho popular, es muy cierto, porque los gustos e intereses difieren bastante dependiendo del sexo.
Esta situación, también se produce a la hora de decidir cuáles son los planes ideales para las vacaciones. Hay que ser consciente del cambio de vida que suponen las vacaciones para la pareja, pues es imprescindible para mantener los buenos tratos, adaptarse a los objetivos y perspectivas del otro para lograr que la convivencia sea buena. El destino elegido para pasar las vacaciones también puede influir en las peleas, pues un lugar en el que haya que decidir a diario que se visita, donde se come, cuando se pasea, puede generar mayor cantidad de problemas ya que son mayores los puntos a discutir, por ende, los puntos en los que pueden diferir. Tampoco queremos decir con esto que hay que ir a un lugar donde no haya nada para decidir, sino que, hay que aprender a negociar, elegir y ceder balanceadamente entre ambos. Otra cosa que puede pasar es que, si el viaje es más relajado, pueden surgir mayores discusiones por el exceso de tiempo libre pasado en compañía, cosa que, durante el resto del año no es habitual en ciertas parejas. También hay ciertos viajes y/o lugares que nos cambian. Cuando descubrimos una cultura distinta o una nueva forma de ver la vida, es bastante frecuente que nos replanteemos nuestra propia existencia, nuestra forma de vivir, que nos demos cuenta de que no estamos aprovechando el día a día como debiéramos, o que nos preocupamos mucho por pequeñeces. Estas repentinas necesidades de un cambio en nuestra forma de vida, puede en muchos casos afectar a la pareja. Es importante que los intereses conjuntos se desarrollen en común, pero si hay algo que sólo un miembro de la pareja desea realizar debe hacerlo por su cuenta, pues esto es una buena forma de no estar todo el tiempo juntos, y de evitar algunas discusiones. Si la pareja tiene hijos, es conveniente organizar las actividades con las cuales se disfrute de los niños, pero esto sin perder los momentos íntimos tan necesarios para la pareja. Las semanas de vacaciones son el momento ideal para analizar los “pros y los contras” de la relación, para meditar y dialogar con la pareja.
El mejor consejo que podemos darte es el de disfrutar de este período con la mentalidad abierta al cambio, y con mucha predisposición para una intensa convivencia.