Las infecciones, la anestesia y las complicaciones que pueden surgir en una intervención son algunos de los temores y de las preocupaciones que se plantean todas aquellas personas que van a ser operadas.
Protocolo preoperatorio
Una vez se ha asumido una operación en el paciente aparecen dudas que le pueden llegar incluso a quitar el sueño y que le harán muy pesada la espera hasta ese día de la intervención.
Operarse no es algo cotidiano sobre todo para aquellas personas que no lo hacen por cuestiones estéticas sino por la necesidad de curar o de mejorar la salud. Para el éxito de la operación y para la tranquilidad del paciente, éste previamente debe realizar unos análisis que determinarán si es apto para operarse o para prevenir cualquier tipo de riesgo.
El protocolo preoperatorio incluye un chequeo general previo en el que se realiza una entrevista junto con una exploración física al paciente para poder determinar tanto sus antecedentes familiares como si padece de alguna enfermedad, si es alérgico a algo, si toma medicación y si ha tenido alguna experiencia anterior quirúrgica o anestésica.
Antes de entrar en un quirófano es necesario efectuar una evaluación de todos sus órganos vitales como el hígado, los riñones, el corazón, los pulmones, de su metabolismo y de sangre así como hacer un electrocardiograma y una radiografía de tórax.
De igual manera si se puede prever que el paciente pudiera sangrar durante la operación, se deberán realizar unas pruebas cruzadas para reservar sangre en caso de que la necesite. Actualmente se opta por una “autotransfusión” donde el enfermo aporta previamente parte de su propia sangre.
Miedos comunes
El principal miedo de los pacientes es la anestesia. Con ella es posible operar sin ningún tipo de dolor aunque no es necesario estar dormido completamente para poder ser intervenido sin sufrir ningún tipo de dolor. Así se conocen dos tipos diferentes de anestesias: la anestesia general donde el enfermo siente que se encuentra en una situación de “sueño” y la anestesia local donde tan sólo se insensibiliza la zona que debe ser operada mientras se está despierto pero a la vez indiferente y tranquilo a todo lo que ocurre a su alrededor. En cualquier caso será el anestesista la persona que recomendará que método resultará el más adecuado en cada caso.
Otro miedo importante que señalan los pacientes es la herida provocada después de la operación ya que ésta será el recuerdo que siempre se llevará consigo, por lo que conviene que sea estética, mesurada y bien realizada. Para lograr esto se deben aproximar los músculos abiertos que se cosen con puntos para terminar cerrando la piel bien con puntos de nuevo o con grapas. Cuando se ha realizado esto se da por terminada la intervención haciendo siempre una inspección minuciosa de la zona operada en busca de lesiones inadvertidas o de puntos de hemorragias. Si es preciso se colocará un drenaje para que por el interior del cuerpo se vayan canalizando y puedan salir las secreciones que tienen lugar en él en los días posteriores a la operación y que no deben acumularse.
En cualquier caso con el avance de la tecnología que se aplica hoy en día en la medicina se brinda una mayor tranquilidad y confianza al enfermo lo que hace que entre mucho más tranquilo a cualquier tipo de intervención que pueda necesitar.