La palabra amante proviene de la palabra amor.
Mas precisamente, un amante es una persona que ama, aunque no es así como generalmente se los relaciona.
Generalmente vinculamos la palabra ¨amante¨ a aquellas personas con quienes mantenemos una relación fuera de nuestra pareja estable, ya sea novio/ a o esposo/a.
Encontramos una diferencia entre la pareja estable y el amante: la primera es más asociada con una relación sentimental o emocional, mientras que la segunda es prácticamente siempre vinculada con una relación de tipo sexual y ocasional.
Una pareja es aquella persona que satisface nuestras necesidades emocionales y sexuales principalmente. Si bien las parejas estables también mantienen entre sí relaciones sexuales (pues sino no serán consideradas como tales), es generalmente a los amantes a quienes se los vincula con el buen sexo. Y aquí es donde comienza el verdadero problema en la pareja: una necesidad insatisfecha que se encuentra en otro lugar.
Los amantes generalmente no se buscan sino que se encuentran, cuando sentimos que tenemos un espacio sin llenar, y aparece una persona dispuesta a hacerlo, generalmente nos abrimos a esa persona para que ocupe los espacios vacíos. Esta nueva relación nos genera mucha excitación, mucha adrenalina, ya que es la novedad, lo distinto que incorporamos a nuestra vida, diferente de la rutina y lo aburrido, y capaz hasta lo conflictivo de nuestra pareja original.
¿Cuándo surgen las necesidades? Cuando las parejas están pasando un momento de crisis, cuando están abrumadas por la rutina, o bien cuando no están del todo bien constituidas, los integrantes de la misma suelen tener necesidades insatisfechas, ya sea falta de diálogo, incapacidad de comunicación, o peor aún, poca o mala vida sexual. Toda esta situación incómoda, difícil de sobrellevar, suele predisponernos a encontrar otra persona con quien podamos llenar estas necesidades de una manera distinta. En el campo de la sexualidad, las parejas habitualmente entran en patrones repetitivos: hacen siempre las mismas cosas, en general es el mismo integrante el que inicia las situaciones, se suelen adoptar las mismas posiciones, los mismos ¨ritos¨ de juego previo, en fin, se cae en una rutina sexual de la cual es difícil de salir si ambos no se lo proponen. Aquí es donde toma protagonismo el amante, que nos hace sentir sexualmente atractivos, nos hace encontrar espacios y situaciones nuevas de placer, una nueva piel, un cuerpo diferente, otro olor, otra energía. Y a todo esto se le suma el plus de lo ¨prohibido¨ que es lo que hace aún más emocionante esta nueva relación.
Cierto es que, al no compartir las responsabilidades, la cotidianeidad y a veces incluso la convivencia con esta nueva persona, se genera un espacio exclusivo para el placer, un espacio para dedicarse de lleno a disfrutar… Y que se aprovecha al 100%! Los amantes generalmente son como un oasis frente a los problemas, una situación pura y exclusivamente para intercambiar afecto, o sólo sexo, sin pensar en otra cosa. La relación original con nuestra pareja, es la que encontramos insatisfactoria, y en vez de solucionarla por dentro, buscamos la solución afuera, haciendo que la pareja de una u otra forma termine de arruinarse.
Los límites de nuestra cultura: Uno de los pilares indispensables para que las parejas se sostengan firmemente es la confianza. En nuestra cultura (la occidental), la exclusividad sexual es uno de los compromisos explícitos e implícitos que se generan cuando se establece una pareja. Si este compromiso se rompe, el dolor de sentir que la confianza se ha roto, es tan fuerte como para llevar esa relación a la ruptura total. Como el vínculo sexual es uno de los más íntimos y profundos, cuando uno de los integrantes intercambia su energía sexual con otra persona, el otro siente que hay una profunda deslealtad. A los hombres les suele resultar más fácil separar el sexo del amor (o al menos así lo declaran). Su concepción sexual es casi ¨animal¨, mientras que para las mujeres, por la característica interior e intima de su configuración genital, en este intercambio suelen dejar más que ¨placer¨ y pretenden recibir más que sólo sexo. Por eso en general a las mujeres nos cuesta más separar el sexo del afecto. Aunque hoy en día el sexo con otra persona no suele tomarse tan a la tremenda como hasta hace un tiempo. Podemos concluir de todo esto que, si bien los amantes suelen ser una buena medicina para romper con la rutina, evadir los problemas y disfrutar del buen sexo, no dejan de ser una solución superficial, algo que no va a arreglar los verdaderos problemas que haya en la pareja sino que al único camino que nos van a conducir es a la ruptura total de la pareja, y en todo caso, si sabemos que es así, ¿porque en vez de solucionar o terminar por las buenas con nuestra pareja seguimos recurriendo a los amantes a modo de evasión de la realidad? Cobardía, comodidad, o inseguridad pueden ser los responsables, pero somos gente grande, y si bien a nadie puede negársele al menos una vez en la vida disfrutar de la adrenalina de las relaciones prohibidas, no es bueno tomarlas como una costumbre sino que es mejor resolver el problema en cuestión. Así que mujeres (y hombres también) : a ponerse los pantalones y a tomar el toro por las astas; pues no solo estamos generando una mala situación para nuestra pareja real, sino que también estamos cargando con una cuota de culpa que no nos es necesaria. Pues la vida esta llena de problemas como para sumarle uno más! Así que si ya caíste en este juego, es mejor terminarlo antes de que te genere mayores problemas, tienes 2 opciones: terminar con tu pareja o con tu amante; tu decides quien se lleva el premio mayor, pero ten cuidado, pues un amante generalmente no es quien quiere realmente compartir la vida y los problemas contigo. Y tu pareja seguramente es quien está dispuesta a solucionar las cosas, pues por algo es quien está a tu lado.
Y si ninguno te convence, dedícate a tener no 1 sino 10 amantes pero sin una pareja, de esta forma te beneficiarás por 10 y sin perjudicar a nadie!!La vida está para disfrutarla!