Todas las revistas se llenan de ideas saludables para lucir espéndidas en verano. En esta nota no encontrarás recetas milagrosas, sino algunos consejos que solo los expertos conocen y nunca nos han revelado, ideales para tener en cuenta si estás pensando en reducir tu talla
A todas nos pasa (o nos pasó) alguna vez: llega la primavera y nos damos cuenta de que debemos pasar los próximos 3 meses chupando lechuga para poder sentirnos como diosas del Olimpo en verano. En esta nota te proponemos que olvides por un momento todo eso que aprendiste sobre dietas y que prestes atención a estos consejos que daremos a continuación que, aplicados con criterio, terminarán maximizando las ventajas de tu dieta.
Almidón bajo control: Durante años los panes, las papas, el arroz y las pastas han tenido “mala prensa” en lo que a dietas respecta. Resulta ser que investigaciones recientes revelaron que todos esos elementos incrementan el nivel de insulina en sangre (la insulina es una hormona que ayuda al organismo a regular el almacenamiento de energía en forma de grasa) y consecuentemente, cuanta más insulina circule por tu cuerpo, más fácil te resultará acumular lípidos o grasas. Lo que esto significa es que, no debes suprimir por completo las harinas de tu dieta (ya que aportan elementos indispensables para una nutrición balanceada) pero sí debes reducir su ingesta al mínimo.
¿Permitido o no?: Si bien un permitido semanal suele ser una herejía para los nutricionistas modernos, que insisten además en que cumplamos las 6 comidas diarias, la verdad es una sola: solamente adelgazarás si ingieres durante el día menos calorías de las que gastas. Con esto queremos decir que, si respetas bien tu dieta durante la semana, no está mal sino todo lo contrario que te des un gusto (moderado) a modo de premio por tu perseverancia, pues si te pasas mucho tiempo reprimiendo las ganas de comer un chocolate, un helado o un buen plato de risotto, el día que te sueltes arrasarás con todo lo que se cruce por tu camino.
Gimnasia mañanera: A todas nos pasa que en la mañana lo único que queremos es un rato más de sueño, pero hay que vencer la tentación, clazarse las zapatillas, el jogging y salir a hacer un poco de ejercicio aeróbico. Eso sí, no olvides desayunar algo antes de ponerte con el ejercicio ya que si estás en ayunas la actividad física puede hacerte sentir mal. Y si en tu caso no puedes aprovechar la mañana para gastar energías, a la vuelta de la oficina también puedes utilizar un ratito para quemar calorías.
El café ¿amigo o enemigo?: El café y la cafeína, en general, han sido dos “cucos” que los nutricionistas nos enseñaron a temer casi tanto como a la manteca, los dulces y los innombrables fritos. Sin embargo, al aumentar tu ritmo cardíaco, el café y sus derivados hacen que tu cuerpo queme calorías extra. Y como efecto agregado, la cafeína actúa como inhibidora del apetito, impidiendo que te lances como desaforada ante el primer alfajor que encuentres en tu camino. De todas formas no olvides que tomar demasiado café puede hacerte mal, pues más que sabido está que puede hacerte mal al estomago.
Persevera y triunfarás: El final y mejor conocido secreto de la dieta es la constancia y el apremio. Cuando estés a punto de sucumbir a la tentación, recuerda que es un esfuerzo que realizas hoy para estar mejor mañana. En otras palabras, la dieta es una inversión, y convengamos que los resultados son más gratificantes que el kilo de helado que tienes ganas de devorar. Organízate un plan de premio al esfuerzo por ejemplo regalándote cada noche un cuadradito de chocolate, o comprándote algo que te haga sentir bien.