Paradas imprescindibles que no puedes perderte al llegar a Moscú
Ciudad elegante, altiva, fría, poderosa….única. Así es Moscú con sus Siete Hermanas de Stalin, su Plaza Roja, su espectacular metro. Vamos a descubrir esta ciudad sin olvidarnos de ninguno de sus imprescindibles.
La deslumbrante Plaza Roja
Sin duda es el lugar más representativo de toda Rusia. Con una extensión de más de 23 mil metros cuadrados peatonales, la Plaza Roja está siempre repleta de curiosos y turistas. Proyectada por el zar Iván II durante el siglo XVI, fue primero el lugar de acogida de un gigantesco mercado, aunque más tarde fue utilizada para coronaciones y desfiles, y por desgracia, también para ejecuciones.
Desde este lugar parten las carreteras principales del país, siendo por tanto el kilómetro 0 de Rusia más grande de todo el mundo. Solo con visitarla el viajero podrá entender por qué fue en su día nombrada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
La catedral de San Basilio
Siempre resplandeciente, esta catedral se erige en la zona sur de la Plaza Roja y solamente el Kremlin la hace sombre. Sus cúpulas bulbosas típicas de la arquitectura rusa es su principal característica. Ordenada levantar por Iván el Terrible para celebrar su victoria en Kazán, su nombre real es el de la Intercesión de la Virgen del Montículo.
Según la leyenda, Iván mandó que a los arquitectos que la construyeron se les dejara ciegos para que nunca pudieran levantar nada parecido. Aunque la realidad es que se sabe, que incluso una vez murió Iván el Terrible, dichos arquitectos añadieron una capilla más a las ya existentes.
El Kremlin
Dentro de la Plaza Roja se encuentra el inicio de todo: el Kremlin, ya que en este preciso punto se fundó Moscú en el año XII. En una visita a este lugar no hay que dejar pasar de largo el palacio del Patriarca, el campanario de Iván el Grande, las catedrales de la Asunción o el Fondo de Brillantes. Todos los sábados a las 12 de la mañana, hay un desfile ceremonial realizado por el Regimiento Presidencial que puede ser presenciado por el público.
La momia de Lenin
Si quieres visitar los restos de padre del comunismo soviético, lo más probable es que tengas que esperar una gran cola, pero una vez dejes tus pertenencias, ya que no podrás entrar con cámara de fotos, podrás contemplar el mausoleo del cuerpo embalsamado de la momia más famosa de todo el mundo: la de Lenin.
Y es que cuando falleció por un derrame cerebral el fundador de la URSS en el año 1924 y las colas de los ciudadanos que querías acudir a su capilla ardiente duraron semanas, Stalin tuvo la idea de detener la natural descomposición de su cuerpo para que no cesaran estas visitas. A día de hoy, la fórmula utilizada para ello, sigue siendo un auténtico secreto de estado.
El metro moscovita
Y aunque no lo parezca Moscú es mucho más que su famosa Plaza Roja y para conocerlo nada mejor que moverse por su metro, y a la vez recrearse con las maravillosas galerías que se encuentran en su interior, así como sus mármoles, sus lámparas de araña y sus mosaicos con el dorado como color dominante a lo largo de todos sus túneles subterráneos.
Siete Hermanas
La obsesión de los soviéticos por dar una imagen de poder, llevó a Stalin a levantar siete rascacielos en puntos diferentes de la ciudad, tras la decadencia que la misma sufrió después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque en un principio el proyecto incluía ocho edificios, el último y principal nunca se levantó.
Conocidas como las Siete Hermanas de Stalin, puede que no sea necesario visitarlas todas y cada una de ellas, pero al menos sí una, la que se encuentra junto al río Moscova y que en la actualidad alberga un increíble hotel. Pero si no quieres alojarte en el mismo, puedes optar por tomar un café en su bar situado en la planta 31 y podrás contemplar unas magníficas vistas de toda la ciudad.