Conocida por los judíos como Yerushalayim, Al Quda por los árabes y Jerusalén por los cristianos, esta ciudad cuyos barrios se van enredando y superponiendo entre sí, es la más santa de todo el mundo y donde paradójicamente se han vivido algunas importantes confrontaciones a lo largo de su larga historia.
Seguramente en ningún otro lugar del mundo se rece más que en Jerusalén. Y es que para los judíos es la ciudad que el rey David conquistó aproximadamente en el año 990 a. C. así como en la que su hijo, el rey Salomón, construyó el Templo destruido que todavía siguen llorando los judíos. Por otra parte para los cristianos es el lugar donde Jesús vivió su martirio y donde después resucitó y para los musulmanes es la tercera ciudad más sagrada después de la Meca y Medina.
Primer día
Para tener una primera idea de la ciudad lo mejor es visitar el Monte de los Olivos, un lugar que alberga un cementerio judío y donde se pueden obtener una de las fotografías más espectaculares de toda la ciudad, especialmente al atardecer. Desde aquí se puede distinguir la Ciudad Vieja rodeada de murallas en la que destaca el dorado de la Cúpula de la Roca.
En el mismo monte se encuentra la basílica de Gersemaní que alberga en su interior la roca en la que Jesús oró la noche en que fue arrestado después de la última Cena. Antes de bajar del monte, hay que hacer otra parada en la iglesia donde según la tradición ortodoxa se encuentra la tumba de la madre de Jesucristo: María.
Segundo día
La mejor opción es cruzar las murallas y adentrarse en la Ciudad Vieja donde se concentran los lugares más sagrados para las tres religiones. Para acceder a ella existen ocho puertas, siendo una de las más importantes la de Jaffa junto a la que está la Torre de David. De suma importancia también es la de Damasco desde la que se accede al barrio musulmán.
Una vez se deja atrás el mercado árabe con olor a especias e incienso, aparece la Vía Dolorosa donde sus catorce estaciones que marcan la subida de Jesús a la cruz, culmina en la iglesia del Santo Sepulcro, levantada en el Gólgota, lugar donde fue crucificado y sepultado para más tarde resucitar. En su interior se puede visitar la capillal de la Crucifixión, la del Calvario, el Edículo como se conoce a la cámara funerario en la que se piensa fue enterrado Jesús y la piedra de la Unción.
No muy lejos de aquí se encuentra el Muro de las Lamentaciones donde los judíos ortodoxos rezan y dejan sus deseos por escrito en sus piedras, consideradas como el último resto del templo construido por el rey Salomón. Dando la vuelta al muro aparece el recinto de Haram el Sherif donde se levanta la mezquita de Al Aqsa sobre la ruinas del templo de este rey así como la Cúpula que protege La Roca, una obra de arte sagrada para los mulsulmanes, recubierta con mosaicos y coronada por una cúpula dorada espectacular desde la que ascendió a los cielos Mahona y donde Abraham preparó el sacrificio de su propio hijo.
Recomendable visitar el Cenáculo, lugar donde se celebró la Última Cena de Jesús y sus discípulos y donde se encuentra en la planta baja, la tumba del rey David, así como la abadía de Hagia María donde según la tradición, sucedió la Dormición de la Virgen María.