¿A quién no le gustan las leyendas o las historias de la mitología popular? Ya sean leyendas históricas, leyendas sobre fuerzas sobrenaturales, leyendas etiológicas, leyendas religiosas o, incluso, leyendas urbanas, todos nos hemos quedado más de una vez sobrecogidos ante una narración de este tipo. Todas ellas tienen en común que incluyen, por supuesto, elementos de ficción, sobrenaturales, pero que, al estar ubicadas en un lugar cercano y real, nos parecen más verosìmiles, por lo cual nos producen una cierta inquietud, incluso puede decirse que deja en nosotros una cierta duda…
De todas las leyendas que me han contado, una de las que más me ha impresionado pertenece a la mitología popular gallega. Es la de la Santa Compaña.
Se trata de una comitiva de almas en pena, vestidas de blanco y ataviadas con túnica y capucha, con los pies descalzos y que van en procesión, siempre de noche. Van en doble hilera, entonando unos cánticos fúnebres y tocando una campanilla, encabezados por un espectro distinto, al que se le llama Estadea.
Dicen que delante de la procesión va una persona viva que lleva una cruz y un caldero lleno de agua bendita, y que al día siguiente no recordará nada de ello. No se librará de acompañar noche tras noche a la macabra comitiva a no ser que pueda encontrar durante el macabro recorrido a otro mortal y traspasarle la cruz. Si no lo consigue, su sentencia a morir por el cansancio está dictada.
El olor a cera invade todo al paso de la Santa Compaña, y nos podremos dar cuenta de su proximidad porque los pájaros dejan de trinar, quedando todo el bosque en un silencio tan absoluto que a buen seguro jamás hemos experimentado. Los gatos huyen, y los perros aúllan anunciando que se acerca la procesión de almas.
Se considera a la Santa Compaña como una anunciadora de muertes, y se supone que la comitiva visita aquellas casas en las cuales uno de sus miembros está próximo a morir. De hecho, se dice también que quien la ve morirá antes de un año.
A pesar de que se trata de una leyenda gallega, en otras zonas dicen haber visto también procesiones con las mismas características, dándoles diversos nombres, como en Asturias, donde la llaman “La Güestia” o León, donde recibe el nombre de “La hueste de ánimas”.