Quienes hayan elegido como destino de sus vacaciones la ciudad de Alicante o algún punto de la Costa Blanca, podrán disfrutar de un gran número de posibilidades a la hora de visitar lugares interesantes. La zona ofrece unas bellísimas playas de aguas tranquilas, atractivos pueblos con un gran patrimonio arquitectónico y, su capital, además de un gran legado tiene una oferta cultural y de ocio extensa y variada. Sin embargo, hay una visita que no deberíamos dejar de hacer, ya que se trata de un lugar único, que incluso podríamos calificar como uno de los últimos paraísos del Mediterráneo. Se trata de la pequeña isla de Tabarca.
Se encuentra situada frente a las costas de la ciudad de Alicante y la de Santa Pola. Se puede acceder a ella mediante los catamaranes que salen a diario de ambas ciudades, así como también de Guardamar del Segura y de Torrevieja.
El entorno natural de la isla, que ha sido declarada conjunto histórico-artístico, es de una gran belleza y de una gran importancia desde el punto de vista ecológico, sobre todo en cuanto se refiere a las aves, ya que en ella han encontrado su hábitat muchas especies protegidas, algunas de las cuales son muy difíciles de encontrar en otros lugares. De hecho, la Unión Europea ha declarado este espacio como Zona Protegida para las Aves.
En Tabarca viven unas 60 personas, que tienen la suerte de habitar en este lugar paradisíaco, cuya paz sólo es perturbada por la llegada de los catamaranes con visitantes a bordo deseosos de ver la isla.
Es una excursión aconsejable, que nos da tiempo a pasear por la isla, conociendo un poco su patrimonio, como su muralla, su Torre de San José o su carismático Faro. Da tiempo asimismo a conocer sus bellos rincones naturales, así como a bañarse en sus transparentes aguas. E incluso nos dará tiempo a comer una exquisita paella alicantina, antes de subir al catamarán de vuelta, que sale al atardecer.
Si alguien desea pernoctar en la isla o pasar unos días en ella no es imposible, ya que existe un pequeño Hostal, llamado Casa La Trancada. Sin embargo, lo difícil es conseguir plaza, ya que el establecimiento dispone tan sólo de 4 habitaciones. Es un local pintoresco y atractivo, una antigua casa de pescadores del siglo XVIII, un alojamiento familiar y acogedor donde la paz y la tranquilidad las tenemos aseguradas de antemano.